Ya estamos a un año desde el momento que la isla de Puerto Rico fue azotada por el paso del huracán María en setiembre de 2017.
El castigado pueblo boricua, cuyo gentilicio deriva del nombre dado a la isla en el pasado, como isla Borikén, todavía no ha podido “hacer pie” luego de las cuantiosas pérdidas sufridas con motivo de este tremendo siniestro natural. El huracán María ingreso con un grado 5 (el máximo) y salió de la isla con grado 4.
Existen cifras que fueron motivo de controversias, desde 60 muertes en partes oficiales a 1.000 difundidos por distintos medios locales e internacionales, estimándose pérdidas cercanas a los $90 mil millones. También ha podido relevarse la destrucción de más de 90 mil viviendas. La luz eléctrica parece haberse normalizado luego de casi un año, porque en un principio, y en muchas zonas durante meses, solo sirvieron las velas. Y eso solo para la iluminación, con la limitación que establece no tener energía eléctrica.
Un importante éxodo de la población afectada que se inició de inmediato
En los dos primeros meses, cerca de 185 mil personas (aproximadamente un 6% del total de la población) abandonaron la isla, dirigiéndose en su mayoría, hacia el cercano estado de la Florida. Los portorriqueños han seguido saliendo de su país, constituyéndose en el segundo grupo hispano del estado de Florida, detrás de los de origen cubano.
A juzgar por la realidad y por información que surgió en su momento, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de los Estados Unidos (FEMA, por sus siglas en inglés), envió a este estado libre asociado la suma de 6 mil millones de dólares. La gobernación de la isla solicitó al Congreso una suma cercana a los $90 mil millones, respondiendo los legisladores con una asignación de solo $23 mil millones, que tampoco fueron enviados de inmediato.
A raíz de esta situación, el veterano representante del partido demócrata por Illinois, Luis V. Gutierrez, fue contundente en su comentario: “Es realmente una desgracia ver la falta de acción. Estados Unidos es considerado el país más rico, poderoso y avanzado del mundo, pero hemos tratado a Puerto Rico como si no fuera nada».
Protestas en Washington y otras áreas
Ya cercana la fecha del aniversario de esta catástrofe, la población mundial fue testigo de protestas hechas en Washington por más asistencia para que se equiparara los esfuerzos que se han realizado en otros desastres naturales en otros estados del país. A raíz de esta situación, el representante mencionado, aseguró que “no se detendrá hasta que cada uno de los boricuas que tuvieron que dejar la isla, pueda regresar a su hogar para reencontrarse con sus familias”.
Según estudios migratorios, el mayor grupo por edad de migrar de Puerto Rico con destino, principalmente a Florida, Texas y New York, es el de los adultos entre 35 y los 44 años, luego estaría el segmento de los que van de 18 a 34 años.
Por otra parte, las personas encuestadas, mayores de 65 años, estiman que nunca abandonarán la isla.
Su situación con el crédito enfrenta situaciones difíciles por la falta de antecedentes
Las personas que decidieron abandonar la isla, de manera inesperada, tuvieron que enfrentar un gran estrés financiero. Además de tener que afincarse en un nuevo país (aunque Puerto Rico pertenezca a los Estados Unidos el sistema es muy diferente), se encontraron con que el crédito es un elemento fundamental para llevar a cabo cualquier actividad económica (rentar, comprar pasajes, supermercados, etc.). Uno de los principales problemas terminó siendo, el no contar con un historial de crédito, lo que dificulta mucho la obtención de tarjetas de crédito y demás capacidades para endeudarse para poder sobrellevar el lapso hasta el afincamiento definitivo o el regreso al hogar si se presentara esa oportunidad.
Una situación que todavía tiene un final abierto respecto a las consecuencias
Es muy pronto aún para saber cómo podrán “arreglar” la situación de tal cantidad de gente que sufrió un siniestro de manera masiva de un momento para otro, sobre cuyas consecuencias no habían planes de acción, ni las respuestas fueron tan inmediatas por razones de distancia geográfica y política.